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Cuaderno
de Anatolia
Textos:
Belén Gimeno Ruíz
(Pulsa
F11 para verlo mejor)

Un velo de agua
Un velo sutil de gotas
de agua separa y protege de nuestra mirada occidental
a tres jóvenes de Ánkara que descansan
relajadas después de una tarde de compras.
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El barrio
de Ulus al ponerse el sol (Ánkara)
Ha anochecido ya en Ánkara,
pero todavía hay actividad en la Barbería
de Fors. Dos clientes tardíos, que, de camino a
casa, han decidido entrar, están siendo atendidos
mientras un tercero aguarda su turno. Afuera, unas toallas
recién lavadas esperan a ser nuevamente utilizadas.
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Monasterio de Sumela
(Trebisonda)
Asombra la ubicación
del Monasterio de Sumela, casi adherido a la montaña
imponente que lo acoge, mientras que juega a pasar desapercibido
ayudado por la verticalidad predominante de sus edificios
y con la complicidad de una frondosa cortina de abetos
que casi consiguen esconderlo a nuestra mirada.
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Mármol fúnebre
(Trebisonda)
Estelas funerarias gravadas
con caligrafía esmerada o con delicados motivos
florales aguardan erguidas y expectantes a los pocos
que se aventuran a visitar el pequeño y apartado
cementerio de la maravillosa iglesia bizantina Santa
Sofía en Trabzon.
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Pinturas del cielo
(cúpula de Santa Sofía, Trebisonda)
La luz tamizada de las
ventanas del cimborrio proporciona un aire celeste a
las pinturas bizantinas. La cúpula precede al
cielo mismo.
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Apuntando a Dios (Trebisonda)
Contraste entre la silueta
sombría de un majestuoso y poderoso minarete otomano
y las ramas casi desnudas de un árbol, adornadas
por unas pocas y luminosas hojas doradas.
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Mercado callejero
en Trebisonda
La señora señala
indecisa las berenjenas de piel reluciente que están
colocadas primorosamente en el puesto de verduras del
mercado de Trabzon. No en vano son las reinas de las
hortalizas turcas. “Si, quizás, me lleve
algunas para hacer babaganush,
o mejor aún, podría hacer Iman
bayilidu”, que significa el desmayo del
imán. Su marido asiente, algo cansado por el
peso de la compra mientras que el vendedor, poseedor
de un enorme bigote, mira para otro lado, aguardando
pacientemente a que se decida.
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Ani.
Desde la mezquita
Desde la ventana de la que
fue una de las primeras mezquitas turcas, se divisan las
ruinas de un puente sobre un arroyo serpenteante y encajonado.
Este puente, del que tan sólo quedan los estribos,
perdió hace tiempo su función de acercamiento
para las tierras que se extienden a ambos lados, tierras
que antaño fueron hermanas y vivieron un pasado
esplendoroso como cruce de caminos en la Ruta de la Seda,
y que hoy aparecen a nuestros ojos desoladas y olvidadas.
Al fondo se ven las ruinas de una pequeña iglesia,
que recuerdan que hubo un día en que Ani, la antigua
capital armenia, fue llamada la “ciudad de las mil
y una iglesias”. |
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Fortaleza de Hosap
Bajo un cielo azul primaveral,
la fortaleza de Hosap se erige majestuosa y solitaria
sobre un promontorio rocoso, dominando un territorio
árido e interminable, y haciendo frente a las
lejanas montañas nevadas, en un combate de igual
a igual. Sus torres y torreones almenados y sus pasadizos
interiores en ruinas han sido testigos de demasiadas
luchas fratricidas, algunas de las cuales duran incluso
hasta nuestros días, mientras que, ajena al dolor
pasado y presente, una bandera turca ondea victoriosa
en lo más alto.
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Azul
y Negro
Las siluetas negras de
unos adolescentes preparándose para el baño
se recortan en el bellísimo azul de las aguas
del Lago Van.
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Akhtamar, lago Van
Reflejos plateados sobre
las aguas azules del Lago Van. Detrás la isla
de Akhtamar con sus almendros y con la cúpula
cónica de la torre de la Iglesia de la Santa
Cruz. No pudo haber escogido mejor emplazamiento el
rey Gagik, fundador del antiguo reino armenio de Vaspuraka,
para dejarnos uno de sus tesoros más apreciados:
los maravillosos relieves y frisos que decoran las paredes
exteriores de la iglesia con episodios de la Biblia.
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El río Tigris
en Hasankeif
El Tigris, a las afueras
de Hasankeif, se ensancha y discurre apaciblemente,
sin sospechar que sus aguas están amenazadas
por la construcción de una nueva presa. El acantilado
protector de la orilla derecha, que durante muchos años
acogió como morada a los habitantes de Hasankeif,
como testifican las numerosas cuevas aún hoy
habitadas, los chopos jugosos y brillantes y una estructura
destartalada que avanza sobre el cauce, añaden
quietud y silencio a sus aguas.
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Mydiat
Midyat, en pleno territorio
del Kurdistán, aparece de frente bajo el calor
implacable del mediodía, con sus edificios de
color rosado, sus minaretes y algún que otro
monasterio siríaco que milagrosamente permanece
activo todavía y resiste a un pasado no muy lejano
lleno de matanzas y exterminios injustificables.
En primer plano, los campos cultivados añaden
una nota de frescor a la aridez del paisaje.
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Nemrut Dagi bajo
la tormenta
Por fin la tormenta, fruto
de una ira repentina de los dioses, cesó y el
agua y el granizo dieron paso a un tímido arco
íris. El santuario de Antíoco I, a más
de 2.000 metros de altitud, domina un panorama sobrecogedor
de cumbres solitarias. En la terraza este del santuario,
el león aún resiste de pie. Su rostro
ha perdido algo de fiereza pero su lomo mojado lo hace
más humano y cercano a nosotros.
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Apolo en la nieve
Apolo, coronado por un
gorro frigio, duerme desde hace años a los pies
del santuario de Antíoco I, aunque en su hermoso
rostro hay signos del inevitable agrietamiento del tiempo.
Ha sobrevivido a las inclemencias de la nieve, de los
rayos y truenos e incluso a terremotos. Unos metros
más allá, otra hermosa cabeza colosal
reposa igualmente serena. Es Tyché, la Diosa
de la Fortuna. Atrás sólo quedan de pie
sus compañeros, el león y el aguila, aunque
sus cabezas yacen por el suelo, sin orden, junto a trozos
de los cuerpos del resto de deidades, que, un día
se tambalearon y cayeron de sus pedestales ¡ a
pesar de ser dioses !
Espectáculo único y conmovedor, iluminado
por los rayos dorados del sol después de la tormenta
y por la blancura virginal de la nieve de primavera.
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Urfa, saliendo de
la mezquita
Atardece en Urfa. Una familia
de peregrinos atraviesa el patio mojado de la Mezquita
Nueva que está a punto de cerrar. Cerca se encuentra
la cueva de Abraham y el estanque de carpas sagradas
que también han visitado. Urfa o Edesa, para
unos la Gloriosa por su valentía y coraje frente
al enemigo, para otros, la Piadosa por sus innumerables
mezquitas y para todos, la Venerada, por ser la cuna
de los profetas Abraham y Job.
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