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Ibn Battuta
A través del Islam

Ibn Battuta, natural de Tanger, es el mayor viajero del mundo  musulmán de la Edad Media.  Partió de su ciudad natal en 1325 con intención de hacer la preceptiva peregrinación a la Meca de todo musulmán, y no paró de viajar, salvo pequeños períodos, hasta 1353. En esos 28 años tuvo tiempo de recorrer todo el mundo islámico e incluso tierras alejadas de Extremo Oriente y del corazón de África. El relato de sus andanzas, una especie de diario de viaje o rihla en su versión árabe es una fuente fántastica de información sobre el Mediterráneo y Oriente en el siglo XIV: cultura local, costumbres, personajes, paisajes, y en especial mercancias y todo tipo de productos de comercio tiene cabida en su rihla. La peculiar manera de viajar de la época, valiéndose de la hospitalidad musulmana para con quienes peregrinan a los lugares santos,  su gran adaptación a los sitios que visita y la expansión del Islam le permitieron recorrer lugares tan distantes como la India y Tombuctú, alcanzar la remota Samarcanda y costear la orilla oriental de África hasta más al sur de Mombasa. Su viaje hasta el río Níger sigue siendo aún hoy una de las principales fuentes de información sobre la mítica ciudad del Sahel, Tombuctú, y del reino de Malí. Cuando alcanza el Níger, que él confunde con el Nilo, le llaman la atención unos curiosos animales acuáticos.
Veamos cómo lo cuenta:

 

 
 


"Una vez llegados al canal contemplé cerca de la ribera dieciseis bestias, de naturaleza enorme, que me dejaron asombrado y pensé que se trataría de elefantes, los cuales abundan por allá, pero luego vi como entraban en el río y dije a Abû Bakr b. Ya'qub: -¿Qué animales son estos?-. Él me respondió: - Se trata de caballos de mar que salieron a pacer a tierra-.  Son más gruesos que los caballos, tiene crines y colas y las cabezas semejantes a las de los equinos, pero las patas se parecen a las del elefante. En otra ocasión pude ver a estos animales, cuando navegamos por el Nilo desde Tombuctú hasta Kaw-Kaw [Gao]; nadaban en el agua, levantaban las cabezas y resoplaban, hasta el punto que los remeros se asustaron y se acercaron a la orilla para no terminar hundiéndose.

 
Por allá usan de una treta ingeniosa para cazarlos: disponen garochas agujereadas por cuyos huecos se pasan sólidas cuerdas y con ellas golpean al hipopótamo, Si el golpe coincide con la pata o el cuello, lo enlazan y arrastran tirando de la soga hasta que llega a tierra, donde los matan y comen su carne. A lo largo de la ribera hay muchos huesos de hipopótamo.
   Desembarcamos cerca del canal en una aldea grande, cuyo jefe era un negro distinguido llamado Farbâ Magâ que había hecho la peregrinación cuando la cumpliera el rey Mansà Mûsà."

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Alcanzó Tombuctú, ciudad en la que se habían establecido gentes de lugares tan remotos como la Península Ibérica o Alejandría, y luego siguió por el Niger hasta la actual Gao, usando el río como vía de comunicación y viajando casi tal como aún se hace.
 
  "Luego continuamos hacia Tombuctú, ciudad que se halla a cuatro millas del Nilo y cuyos habitantes son en su mayoría massûfies, de los que se velan. Su jefe es el llamado Farbâ Mûsà. Cierto dia en que estaba yo con él nombró a uno de los massûfies almocadén. Para ello le invistió con una ropa, turbante y zaragüelles, de color todo. Luego le sentó en un escudo que los principales de su tribu levantaron en alto sobre sus cabezas. En este lugar se halla la tumba del señero poeta Abû Ishaq as-Sahili el granadino, comocido en su patria chica por at-Tiwayyin. También está allí sepultado Sirây as-Din b. al-Kuwayk, comerciante muy principal y alejandrino de nación." (...)

"Desde Tombuctú embarqué en el Nilo en un barquichuelo vaciado en un solo tronco. Por las noches bajámos a tierra en 

  las aldeas para comprar lo que necesitábamos, tanto víveres como manteca, que trocábamos por sal, especias y adornos de vidrio. Y arribamos a un poblado cuyo nombre se me ha borrado pero que tenía pro jefe a un hayy distinguido llamado Farbâ Sulaymân, famoso por su bravura y fuerza, hasta el extremo de que a nadie le era dado tensar su arco. (...)
   Me trasladé a la gran ciudad de Kaw-Kaw [Gao] en la ribera del Nilo, una de las mejores, mayores y bien abastecidas del país de los negros. Disponen allá de arroz abundante, leche agria, gallinas y peces, así como de la variedad de pepino llamada ìnânî que no tiene parejo. Los habitantes suelen comprar y vender sirviéndose de conchas, al igual que los de Mâllî"

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Quien haya recorrido el Níger hoy día en pinaza habrá podido darse cuenta de las similitudes en la manera de viajar entre el siglo XIV y la actualidad. Las provisiones y el agua potable se adquieren en los pueblos de la orilla, cuyas gentes saludan el paso de las numerosas embarcaciones que usan el río cual autopista acuática. Las peculiares mezquitas de adobe del Níger alertan al viajero, desde la distancia, de la existencia de aldeas o ciudades que conservan gran parte de su pasado medieval aún en pié.
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Nota: Los fragmentos citados de la obra están extraídos de la obra "Ibn Battûta. A través del Islam", Introd. y traducción  de Serafín Fanjul y Federico Arbós, Alianza Universidad, 502, Madrid 1989