CUADERNO DE VIAJE
 VIAJES Y VIAJEROS
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VIAJE A SICILIA(cont.)

CAPÍTULO III

DE LA CIUDAD DE CATANIA Y SUS IGLESIAS BARROCAS. EL ETNA, LA MONTAÑA DE FUEGO NOS RECIBE CON FRIALDAD. ADIOS A LA FRANQUICIA DE HERTZ. LA BELLA TAORMINA. SIRACUSA Y SUS TIRANOS.

Una vez en el Etna indagamos las rutas guiadas y decidimos ir por nuestra cuenta. Subimos al cráter 2001, y el tiempo súbitamente empezó a empeorar. El terreno es muy inestable, de ceniza volcánica suelta. Nos hundíamos en él, entrando las chinitas dentro de las botas. Anduvimos y anduvimos hasta que empezó a llover, por lo que aligeramos el paso pese a lo cual nos mojamos, ya que era lluvia con mucho viento. Al llegar abajo buscamos a Eduardo, que estaba tranquilamente ligando con unas españolas en un bar.

Partimos en dirección a Taormina por una carretera muy estrecha. Conducía Jesús, que todo el viaje, junto con Eduardo se habían estado quejando de que Carlos conducía muy rápido. Jesús, muy despacio, raspó el coche contra unas piedras al cruzarse con otro coche. Adiós a la franquicia de Hertz. Ya sería el tema del viaje. Eduardo ya no tendría para comer el resto del mes.

Al llegar al aeropuerto de Nápoles nos topamos con el timo de Hertz, al que habíamos reservado el coche. En Madrid nos dijeron que el seguro era a todo riesgo, pero al llegar a Italia, misteriosamente apareció una franquicia de 1.200 Euros que correrían de nuestra parte si dañábamos el coche. Poco antes habíamos echado de menos una rejilla delantera y ahora ¡esto!.

Entramos en la ciudad de Taormina repleta de turistas. Surge sobre las laderas del monte Tauro, sobre una terraza asomada al mar por un lado, y por el otro al Etna. Ciudad griega (siglo IV) luego romana, destruida y reconstruida por los Árabes, pasó a los normandos en 1.079. Los mayores monumentos se remontan a la época medieval: La Torre de la Abadía Vieja, que domina el pueblo, la Catedral, el Palacio de San Esteban y el Palacio Corvaia. De la antigüedad clásica quedan los restos de las murallas; la naumaquia que no es tal (parece que era realmente una cisterna), y el gran teatro griego, el mayor de Sicilia después del de Siracusa.

Mercado de la Pescheria, CataniaAl dia siguiente, madrugamos para dar una vuelta por la ciudad de Catania. Ciudad griega en el 729 a.C., romana desde el 263 . La visita la hicimos de día, por las calles recomendadas por la guía, llenas de iglesias y palacios barrocos hasta que llegamos, tras mucho buscar, al teatro griego y al pequeño odeón. Siguiendo nuestro periplo llegamos al pintoresco mercado de la Pescheria.

Junto al mercado está la Piazza del Duomo o del elefante, símbolo de la ciudad. En ella están el Palacio del Municipio y la Catedral. Las calles adyacentes están llenas de elegantes edificios del siglo XVIII.

En Siracusa, el hotel Santuario se llama así porque está frente a un edificio religioso terminado recientemente tras 30 años de obras. Es enorme y se le conoce como el santuario “de las lágrimas” porque se ha erigido en conmemoración del supuesto milagro de una imagen de yeso que lloró lágrimas reales. Estas lágrimas empaparon un algodón que se convirtió junto con la imagen en objeto de veneración. Ambas reliquias han convertido el peculiar edificio en centro de peregrinación mundial al que acuden gentes del mundo entero. El hotel era como un hospital, muy limpio pero con ese olor característico de los hospitales a desinfectante. Estaba lleno de peregrinos de Sevilla, lleno de crucifijos y santos, y los alrededores llenos de puestos de estampas pías y santos.

Siracusa fue la más poderosa ciudad del occidente griego. Surge en la Isla Ortigia, y en el siglo VIII a.C. se amplió bajo los tiranos Gelón, Gerón, Dionisio, Agatocle y Gerón II. Decayó con la conquista romana y resurgió con los aragoneses. Fue muy castigada por el terremoto de 1693, reconstruyéndose después con edificios barrocos.

El teatro griego de Siracusa (s. V a.C.)

En el parque arqueológico vimos el teatro griego, del 467 a.C., a donde vinieron Esquilo, Pindaro y Platón. En la parte alta del graderío, en una alta pared rocosa llamada “gruta de las ninfas”, aún mana agua de una oquedad en la roca. Recorrimos todas las ruinas, incluida el ara de Gelón II Ante la oreja de Dionisos, Siracusay el anfiteatro romano excavado en la roca en época Augustea en la colina Neapolis, y las latomías del Paraíso. Las “latomías” son grandes oquedades naturales en la pared de roca caliza que, como telón de fondo, delimita el parque arqueológico. Estas oquedades fueron ensanchadas y habilitadas por antiguos habitantes de Siracusa. La mas conocida es la gruta llamada “oreja de Dionisio”. El nombre se le dio por la conjunción de forma y función. Tiene desde el exterior, la forma de una oreja como de fauno, muy estrecha y apuntada, como se suponía eran las del dios Dionisos. La gruta tiene una apertura altísima, y conforme se entra en ella la altura y el ancho se reducen con rapidez al mismo tiempo que cambia de dirección. En definitiva la forma que tiene esta latomía es como la de una bocina o altavoz y al parecer era usada por los siracusanos para recluir a los prisioneros de los que querían obtener información. Los dejaban en el fondo de la cueva y el sonido se trasmitía al exterior donde era escuchado por los carceleros.

El museo arqueológico, que vimos después, está muy bien organizado con salas rodeando un patio central y con tantas obras de arte excepcionales, que resultaba imposible apreciarlas todas.

Visitamos la Isla Ortigia, el primer enclave de Siracusa, tan próxima a la costa que se llega a ella por un corto puente. Fácilmente defendible, ya que era el mar su foso defensivo. Recuerda a otras islas fortificadas y próximas a la costa del mediterráneo, como Tiro en el Líbano. Nada mas entrar aparecen los restos del Templo de Apolo, el más antiguo de Sicilia, según dicen, transformado por los árabes en mezquita. Recorrimos a pie sus callejuelas medievales.

En la plaza del duomo de SiracusaPaseamos por la Plaza del Duomo con sus palacios del Municipio, de Beneventano del Bosco, cuyo patio es una obra maestra de la arquitectura barroca y su catedral, construida tapiando el espacio existente entre las columnas dóricas del templo de Minerva (S.V AC) que aun se conservan, asomando sus fustes y grandes capiteles tanto al interior de las naves, como a la calle. Continuando el paseo, bajamos hacia la fuente Aretusa, famosa ya en la antigüedad clásica, cuando se pensaba que un objeto arrojado al rio Alfeo en Grecia afloraba en este manantial al borde del mar. Aprovechamos para remojarnos los pies en una pequeña playita vecina a la fuente. Después de un estupendo helado sentados en una terraza, terminamos nuestro periplo por la isla en la plaza de Arquímedes con los palacios Lanza, el de la Banca de Italia y el bellísimo palacio Montalto.

 

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